En enero de 2014, Fundación Cáritas Chavicar puso en marcha el Servicio de Orientación Sociolaboral para Jóvenes. Desde entonces y hasta su finalización el pasado 30 noviembre de 2015, en él fueron atendidos 835 jóvenes. En sus casi dos años de duración, el programa, que contaba con el apoyo económico de Bankia y del Programa Operativo del Fondo Social Europeo a través de Cáritas Española, permitió que 119 jóvenes participaran en diferentes acciones formativas, gestionó 565 currículos y logró que 96 participantes accedieran a un empleo.
Con esta iniciativa, Fundación Cáritas Chavicar ha respondido a las necesidades de un colectivo que cada vez acudía en mayor número a sus servicios de orientación sociolaboral y cuyas necesidades para acceder a un puesto de trabajo requerían unas atenciones específicas. Por ello, la entidad puso a disposición de estos jóvenes un servicio pionero, distinguido por la calidad y el trato cercano y personal, al que las cifras cosechadas en 2014 y, especialmente en 2015, avalan.
En este segundo año, el servicio se ha superado en datos cuantitativos y cualitativos: 655 personas atendidas, más de 2.000 seguimientos, 64 participantes en acciones formativas, 410 derivaciones a ofertas y un 8,40% de tasa de colocación (55 jóvenes encontraron un empleo).
Perfil de los participantes en 2015
De los 655 jóvenes atendidos en 2015, un 67% eran de continuidad, es decir, jóvenes que comenzaron su atención en 2014. Por sexo, el 53% eran mujeres (348) y el 47%, hombres (307). Por nacionalidad, un 57% eran españoles (374) y un 43%, extranjeros (281). Por rango de edad, el 1,40% tenían entre 18 y 20 años; el 25,20% entre 21 y 24 años; el 43,40%, entre 25 y 29 años; y el 30%, entre 30 y 35 años.
Por cualificación formativa, un 34% contaba con estudios primarios; un 37%, con estudios secundarios; un 19%, con estudios de ciclos formativos; y un 10%, con estudios universitarios.
Líneas de actuación
Desde el inicio del programa, Fundación Cáritas Chavicar planteó dos líneas de actuación muy específicas. Por un lado, la orientación y mediación laboral. El personal acompañaba y realizaba un seguimiento individualizado de cada joven, derivándole a las ofertas de empleo más acordes a su perfil.
Por otro lado, observado el “desánimo” existente entre los participantes por el panorama laboral, la entidad desarrolló un taller formativo de habilidades sociales bajo los parámetros de la resiliencia. Es decir, los profesionales trabajaban con los jóvenes aquellos elementos personales y psicológicos que obstaculizaban o dificultaban la búsqueda de empleo.